Por Valentina Borghi Ponti

La disputa por la soberanía de las Islas Malvinas entre Argentina y el Reino Unido ha sido una constante de análisis por múltiples Estados y expertos, tanto por la guerra librada en 1982 como las pretensiones que hoy día siguen latentes. Estados Unidos ha sido uno de los principales países que ha estudiado las dinámicas actuales del conflicto, utilizándolo como referencia para apuntalar disputas actuales en otras partes del mundo, afirmando, por ejemplo, que las actuales tensiones entre China y Taiwán reflejan similitudes con la reclamación argentina por las Malvinas. Así lo ha analizado el teniente Anthony Iavarone, de la Marina estadounidense. 

Iavarone afirma que el escenario de las Malvinas posee muchos más puntos en común con la actualidad de Taiwán que cualquier otra situación geopolítica en el sistema internacional. Tanto las islas del Atlántico como el archipiélago del Pacífico cuentan con semejanzas asociadas a la reclamación de dos países, el rechazo de los habitantes a uno de ellos, o el control de uno de esos Estados por sobre el territorio. “Al igual que China con Taiwán, Argentina reclama desde hace tiempo el dominio sobre el terreno de las Malvinas y sus habitantes. Como en el caso de Taiwán, los habitantes de las Malvinas han rechazado las pretensiones del continente”, destaca el funcionario. 

El análisis desde el punto de vista militar es necesario para los Estados Unidos, país que plantea una posible intervención en caso de existir un conflicto en Taiwán contra China. El documento explicita que la guerra de Malvinas se destacó como el mayor conflicto aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial, donde la Royal Navy británica solía reabastecerse mediante líneas de suministros a larga distancia, enviandolos por avión a un punto neurálgico del territorio. Esto sería exactamente lo que Estados Unidos debería afrontar durante un conflicto contra China en Taiwán, explica el experto. 

Asimismo, Iavarone afirma que en un conflicto a gran escala entre Estados Unidos y China es probable la utilización de imágenes satelitales, como en Malvinas, aunque el dominio espacial se vería “degradado”. 

En resumen, el teniente de la Marina estadounidense plantea seis indicadores de inteligencia de la guerra de Malvinas en 1982 que hoy pueden ser utilizados para “evaluar” las intenciones de China hacia Taiwán, haciendo un paralelismo con el accionar Argentina en las Malvinas. No solo plantea que los movimientos argentinos son catalogados como una invasión que “no se produjo al vacío”, sino que sus iniciativas diplomáticas fallaron luego de años de intentos, por lo que “cualquier acción militar sobre, en o adyacente a Taiwán será simplemente una evolución de los acontecimientos diplomáticos, políticos e históricos”. 

Los indicadores de inteligencia de Malvinas a aplicarse en Taiwán

Iavarone presenta seis puntos focales a los cuales prestar atención y utilizar para analizar la situación de Asia Pacífico, basándose en la guerra entre Argentina y el Reino Unido como antecedente: una crisis interna precedente; el rol de la prensa; la capacidad armamentística próxima; los empujones diplomáticos, una crisis regional no relacionada, y el desvío de activos militares críticos. 

Sobre la crisis interna, el teniente afirma que la guerra de Malvinas fue para Argentina un accionar necesario, considerando que la obtención de la soberanía sobre las islas era un imperativo nacional para gran parte de la población argentina. “Para unir al país y distraer la atención del empeoramiento de los problemas económicos, la junta (militar) buscó la distracción definitiva: una guerra que rectifica un antiguo agravio histórico. La junta creía que recuperar las Malvinas”limpiaría el país y otorgaría legitimidad a largo plazo al régimen”, destaca. 

En torno al rol de la prensa, Iavarone explicita que un año antes del conflicto en el Atlántico los medios de comunicación argentinos escribieron que “lo único que puede salvar a este gobierno es una guerra”, siendo ese mismo periódico quien expresaba las “intenciones de Argentina”, al afirmar que si se fracasaba en el intento de resolver las negociaciones con el Reino Unido, el país tomaría las islas por la fuerza. 

Al hablar de una capacidad armamentística próxima, el autor hace referencia a cómo la “invasión” por parte de Argentina se sentía asegurada por disponer de cazas de ataque franceses Super Étendard adicionales, equipados con misiles Exocet, los cuales se esperaba que llegaran en julio de 1982 en pos de equiparar al país con la capacidad militar británica. 

El teniente norteamericano destaca también que hubo un último “empujón diplomático” por parte de Argentina que imponía ultimátums al Reino Unido para dialogar sobre la soberanía pero que, en simultáneo, buscaba enfriar el diálogo entre las partes como un justificativo para el accionar militar. Asimismo, acopla el rol de la prensa con este indicador, al destacar que los medios de comunicación “repetían como un loro” los planes del gobierno argentino. 

Al hablar de una crisis regional no relacionada, Iavarine puntualiza sobre el accionar de argentinos en las isla Georgia del Sur cuando izan una bandera argentina en “territorio británico soberano”. Esto generó que fuera enviado el HMS Endurance para desalojar a los argentinos y disuadirlos de nuevas acciones similares. No obstante, esta “crisis” anterior generó que la junta de inicio a sus planes meses antes de lo previsto. 

Por último, sobre el desvío de activos militares críticos de un compromiso previamente anunciado, el teniente explica que durante este último incidente, la Armada argentina estaba llevando a cabo un gran ejercicio bilateral con Uruguay, pero que el envío del HMS Endurance provocó que Argentina desviara corbetas de estos ejercicios y trasladara equipo pesado a las principales bases aéreas y marítimas. 

¿Cómo se plantean las similitudes entre Malvinas y Taiwán?

En torno a lo anteriormente mencionado, el análisis del teniente estadounidense Iavarone concluye afirmando que todos los indicadores o acontecimientos de Malvinas pueden, fácilmente, trasladarse a la situación en el Pacífico entre China y Taiwán. Pero, ¿es efectivamente similar lo sucedido en 1982 con las actuales pretensiones del gigante asiático sobre el archipiélago? Este análisis da por sentado el rol de Argentina como invasor, planteando un marcado sesgo al equiparar la posición del país con las actuales intenciones de China en Taiwán e ignorando la histórica reclamación de las Islas, con fundamentos históricos creíbles, por parte de Argentina. 

Iavarone no solo plantea que para que Estados Unidos pueda seguir disuadiendo las acciones chinas contra Taiwán es importante “evaluar con precisión sus intenciones y reaccionar en consecuencia”, sino que también puntualiza en los paralelismos entre China y Argentina. El funcionario afirma que una crisis regional no relacionada como lo sucedido en Georgia del Sur podría suceder en el Mar de China Meridional, convirtiéndose en un casus belli que se extendiera en espiral al Estrecho de Taiwán. 

El funcionario estadounidense también radica su opinión en que el conflicto en Malvinas fue “fabricado” por Argentina, y que una situación similar podría ser llevada a cabo por China, donde “aceleraría los designios chinos hacia Taiwán”. “Al igual que la disputa sobre Georgia del Sur entre el Reino Unido y Argentina condujo en última instancia a la Guerra de las Malvinas, un conflicto secundario que permita a China expandir su conflicto hacia el Estrecho de Taiwán y hacia la propia Taiwán posibilita una narrativa de autodefensa”, destaca Iavarone. 

No obstante, ¿es correcto recrear un escenario bélico ocurrido en otra época y trasladarlo a otro continente con características, historia e intenciones diferentes? Lo cierto es que la teoría no siempre se condice con elementos contextuales de la actualidad, y recrear paralelismos históricos sesgados pueden no aportar al análisis geopolítico y militar objetivo.

FUENTE: EM

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